Historia

Los primeros indicios del empleo de animales para terapia se remontan a la antigua Grecia, cuando los paseos a caballo resultaban un buen método para alzar la autoestima de las personas desahuciadas.


Aunque la primera vez que se utiliza el término terapia es en 1972, en Inglaterra, en el Retreat de York, fundado por la “Society of Friends”. Bajo la creencia de que los animales podían propiciar valores humanos en enfermos de tipo emocional, aprendiendo autocontrol, mediante refuerzo positivo, William Tuke fue pionero en el uso de animales para terapias.


En 1867, en Alemania, los animales de compañía jugaron un importante papel en el tratamiento de epilépticos en Bethel, Bielfield.


La US Army Veterinary Medicine Branch of the Health Services Command emplearon la terapia con animales para mejorar el bienestar del personal hospitalizado y el de sus familias desde la Segunda Guerra Mundial.
Mientras que en el estado de Nueva York, entre 1944 y 1945, los animales eran destinados a  programas de rehabilitación de aviadores del Army Air Force Convalescent Center, en un programa patrocinado por la Cruz Roja estadounidense.

En 1948, en las cercanías de Nueva York, el Dr. Samuel B. Ross fundó el centro Green Chimneys. Una granja para la reeducación de niños y jóvenes con trastornos del comportamiento mediante el trabajo con animales.

En 1953, Jingles, el perro del psiquiatra Boris M. Levinson, le sugirió a su dueño su potencial como “coterapeuta”. Ya que una mañana llegaron a la consulta del doctor una madre con su hijo que había pasado un largo proceso terapéutico sin éxito. Le habían prescrito la hospitalización, y visitaron al Dr. Levinson para que emitiese un diagnóstico, y decidiese si admitía al chico como paciente, puesto que mostraba síntomas de retraimiento creciente. Mientras el psiquiatra saludaba a la madre, el perro corrió hacia el niño y comenzó a lamerle. El chico, sin asustarse, lo abrazó y empezó a acariciarlo. Mostró su interés por jugar con él y tras unos auspicios tan prometedores, avanzó en su tratamiento, alcanzando una gran compenetración con Jingles y con el doctor, que posibilitó el trabajo para resolver sus problemas.

En 1966, Erling Stordahl, músico ciego, fundó en Noruega, el Centro Beitostolen, para la rehabilitación de personas invidentes y con discapacidades físicas; lugar donde perros y caballos intervinieron en el programa animando a los pacientes a hacer ejercicio.

En 1974, Samuel y Elisabeth Corson, realizaron un programa para evaluar la viabilidad de la Terapia Asistida Con Animales en un entorno hospitalario, en el cual alcanzaron excelentes resultados. Emplearon perros para tratar a pacientes que no respondían al tratamiento tradicional y que con dicha terapia obtuvieron un aumento de la autoestima,  de la comunicación, de la independencia y de la capacidad de asumir responsabilidades en el cuidado de los animales.

En 1981 una prisión de mujeres en Washington, comenzó a entrenar perros rescatados de perreras (cuyo destino era el sacrificio) para realizar terapias con personas discapacitadas. De esta forma las reclusas tuvieron la oportunidad de cuidar de un ser vivo, ya que muchas eran madres, de aumentar su autoestima  y de aprender un oficio, sintiéndose reinsertadas al ofrecer estos perros a personas minusválidas que los necesitaban.

En 1991, Anderson y col. realiza un estudio en 6000 personas en el cual se muestra que las personas que conviven con mascotas presentan menos cifras de tensión arterial, colesterol y triglicéridos, sobre todo en mujeres de más de 40 años.

En diciembre de 1987 se crea en España la Fundación Purina que emplea programas dirigidos principalmente a personas ancianas, delincuentes, autistas, disminuidos, inmunodeprimidos y a pacientes psiquiátricos.

En 1990, nace la Fundación ONCE del perro-guía, y se inaugura en Boadilla del Monte el mayor centro de adiestramiento de perros para invidentes en Europa.

En la actualidad, se mantienen las terapias con animales domésticos y se introdujeron nuevos animales para tratamiento, como los delfines, los leones marinos, los animales de granja o incluso aves rapaces.